Poeta

En medio de todo el mundo, en una noche donde todo era fiesta, me encontré contigo. Te escribo. Eras algo complejo, algo duro y quizás suave en tus movimientos; el ruido de la noche pasó a ser un zumbido sin eco. Eres un hombre… eres un hombre.

Miraba cómo te expandías, miraba tus trazos verticales en tus ojos que brotaban como luz de solsticio, quizás, por fin, tu nombre sin mentiras: tú.

Pasé un momento eterno, sabes… como aquel en donde se sabe que la ausencia se desmorona… Sin ti, y en ti a la vez, la contradicción de poder vivir en una persona que no vive para él. Y sin embargo se sabe cubierta por tu piel.

Para ti. Para ti escribo. Para ti poeta que esconde sus ojos cuando sabes que vas a pensar en ti. Para ti poeta, que sabe bien dónde radica la luz que hace temblar tu raíz. Para ti, proletario del sentir, productor de llanto efímero, nostálgico del minuto que viene de morir.

En medio de la noche me tocó reconstruir mi sentir. Y vuelvo a pensar en el poeta que dice decir lo que no sabe sentir. Siento amor, siento tristeza, siento cientos de momentos en mis ojos. Mi voz se apaga, mis manos dibujan.

Quisiera ser petardo en vez de poeta. Proteína en vez de pintor. Quisiera ser cohete, cometa arruinándose al acercarse al sol, ola sin viento que empuje su onda a la orilla, una hoja atorada en el confín de una telaraña, un arroyo que se seca en un verano canicular. Un pedacito de aire fresco de madrugada. Un poema atorado en la garganta del adolecente que ama en silencio. El adolecente que ama aún.

¿Por qué sentir tanto, por qué leer entre los labios el deseo de los demás, por qué saber que la gente ama sin saber amar. Por qué quedarse en la orilla del sentirse vivaz… y callar?

Quiero leer en tus labios la verdadera mentira que nos haga reír. Quiero levantarme desnudo y ver la pureza de mi imperfección. Mi pito flácido y quieto, mis manos ya marcadas de vivir, mis brazos ya extendidos sin poder tocar el cielo… Quiero regresarte el permiso de dormir contento de haber vivido contigo. Quiero ser lo que queda de mí.

En el mundo me encontré con poetas que erraban como barcas sin remos, sin velas, sin timón. Vagabundos del tiempo, australopitecos del amor, vejestorios que vibra cuando la partícula pasión les llega a la médula. Hombres, Mujeres, sentimientos, hímenes de una humanidad que vive en la virginidad existencial.

Eso es quizás ser poeta: sentir, sentir, sentir, nadar en eso y nada más. Escribe canalla y vete a amar.